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Mi abuela había sido muy buena cocinera y siempre le encantó comer de todo pero masticar y tragar se volvió una dificultad sobreañadida a su ceguera. Sólo los chupitos de moscatel la animaban un poco, cada vez la animaban menos rato. 4/9/2012, Barcelona. © Patricia Bobillo Rodríguez
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